Impresiones
Cristóbal Gabarrón
Impresiones sobre la escultura de Camilo José Cela para el Festival de Cine de Cannes
En el día de Homenaje al Centenario de CJC
Beauty lies in the eyes of the beholder. Aunque la frase es de Platón, son los anglosajones quienes más han insistido en el carácter personal de la percepción de la belleza y del arte. Estarían ambos instalados en la mente del espectador y llegarían a ella por medio de los ojos.
Pero ¿en verdad reciben y transmiten belleza los ojos? Si lo hacen, a de ser por medio de la luz, del color, del movimiento.
Un determinado tipo de objetos capaces de trasladar, por medio de los ojos, la belleza se llaman de arte óptico y de arte cinético. Se trata de aquellas obras que tienen movimiento o que aparentan tenerlo cuando las contempla alguien.
Un espectador puede estar observándolas sin moverse pero las obras cambian de forma por el uso creativo de la luz o del material de que se componen dando lugar a diferentes lecturas. Que es lo mismo que decir que generan distintas formas de belleza.
Sin ser un artista cinético como lo entienden los seguidores de esta corriente de arte, con la escultura Homenaje al Centenario de Camilo José Cela pretendo jugar con esas sensaciones, conseguir que el espectador gire alrededor de la pieza y que, con la luz que la envuelve, el vacío que se produce entre los ángulos del material lleve a un movimiento que va cambiando a través de la mirada, de la observación, de los ojos, de la mente. Se trata de que el espectador cree por sí mismo distintas interpretaciones de la misma obra.
El efecto se consigue gracias a que las angulaciones de la escultura y la luz y sus sombras que varían según el movimiento del sol producen ilusiones ópticas, una vibración retiniana que se beneficia de la imposibilidad de que el ojo humano sea como es incapaz de mirar simultáneamente dos planos coloreados contrastados.
Este fenómeno me plantea una visión casi infinita de cambios en la estructura matérica y un sinfín de sensaciones e interpretaciones a medida que el espectador se mueve, recorre la obra y entra, de forma literal, merced a la luz y a sus ojos, en ella.